Sede Canónica
Convento e iglesia de San Francisco
La Hermandad de los Dolores tiene su sede canónica en La Iglesia de San Francisco, sita en la plaza Manuela Murube.
Convento
El Convento de San Francisco, donde la Hermandad de los Dolores tiene su residencia canónica, se sitúa en la actual plaza Manuela Murube. La fundación del convento tiene su origen en las visitas que los franciscanos vienen realizando regularmente a la población para llevar a cabo su labor evangelizadora, para la cual, algunos devotos ceden una casa donde hospedarse en sus visitas a la ciudad (pues al parecer en un primer momento se hospedaban en la ermita de San Benito) hasta que dispusieran de un convento; momento que llegaría a partir de 1570, contando para su edificación con algunas casas y propiedades legadas para este fin.
Todo el conjunto se organiza en torno al claustro principal del convento, que se construye con anterioridad a la Iglesia, la cual tiene lugar entre 1577 y 1615. Como decimos, el convento se organiza fundamentalmente en torno al claustro principal, que vertebra todo el conjunto, incluido un patio secundario, que en menor medida distribuye algunas partes de éste. La Iglesia se sitúa en el extremo sureste de dicho conjunto, relacionándose directamente con el convento y mediante el compás o atrio de la Iglesia, con el exterior, hacía la actual plaza Manuela Murube.
El claustro principal presenta planta cuadrada y se compone de amplias galerías compuestas por arcos de medio punto, soportados por columnas de piedra sobre pedestal y pilares de ladrillo en las esquinas que dan acceso a un patio con un pozo de agua en su centro y rodeado por cuatro naranjos, todo adornado de macetas; mientras que en la primera planta se compone por arcos de carpanel sostenidos por columnas toscanas sobre pedestal que fueron cegados en época posterior. Así pues, sus cuatro flancos lo componen al oeste, la iglesia y el atrio o compás de dicho templo que asume las irregularidades de la parcela y resuelve el acceso desde la calle. Al sur, se dispone el cuerpo de fachada de la calle San Francisco, que presenta actualmente un estilo Neogótico con vanos de arcos apuntados que se disponen sobre la fachada siguiendo una modulación ordenada por las pilastras e impostas y rematada finalmente por esbeltos pináculos. El ala norte acoge la capilla de San Antonio de Padua y la antigua Sacristía, que es de planta rectangular y se cubre con una bóveda de cañón con lunetos, decorada con pinturas murales relativas a la vida de San Francisco y otros santos franciscanos, donde además, se representa la Inmaculada franciscana, además de emblemas y máximas de la orden fechadas en 1707. No obstante, desde principios del s. XX cuenta con una nueva sacristía junto al presbiterio más próxima al altar de celebraciones del templo; también, en este ala se encuentra la escalera que comunica a la primera planta. El cuerpo este, también es de crujía simple, en planta baja se disponen algunas aulas y un salón de actos en el antiguo refectorio del convento. A través de esta crujía se accede al patio menor, que se cierra en sus lados norte y este, con cuerpos de crujía doble, presentando actualmente forjados de principios del s. XX y que ha pasado a rehabilitarse recientemente para albergar el Centro de Alzheimer “Miguel Dorantes” de Lebrija. Los lados, sur y oeste de este patio secundario comprenden por un lado, pequeñas dependencias que dan a la fachada del convento por calle San Francisco y al Oeste, dan acceso al antiguo refectorio (hoy salón de actos). Por otro lado, a través de dicho patio y atravesando las dependencias de sus lados Norte y Este, accedemos por un lado, al antiguo patio del Colegio de los Frailes y que, como antes, sigue dando acceso a la calle San Francisco, y por otro lado, limita con las antiguas huertas del convento, patios y campos de deportes del antiguo colegio, que hoy han sido convertidos en un parking subterráneo. Así pues, todas estas instalaciones vinculadas a ese patio secundario, estuvieron relacionadas con la labor educativa desempeñada por los franciscanos sobre todo desde finales del XIX, hasta finales del s. XX cuando pierde esa función, sufriendo un periodo de relativo abandono, hasta la actualidad en que se han realizado en las antiguas huertas, campos de deportes y colegio una serie de equipamientos sociales para el pueblo de Lebrija. Sin embargo, podemos afirmar que las dependencias del convento en torno al claustro principal desempeñaron además de las funciones propias de un convento franciscano, una labor formativa dirigida al propio clero que residía en el convento o se instruía en él, relativa a materia teológica, dogmática, etc. contando por tanto con importantes profesores e instructores y la constante presencia de legos en el convento. En este sentido, también cabe destacar como junto a las huertas se encontraban dependencias destinadas a los misioneros franciscanos, que partían desde los puertos cercanos hacía las Indias u otros lugares lejanos, como lugar de retiro antes de embarcarse.
Iglesia
Pasando a la Iglesia, decir que consta de una sola nave de planta rectangular, cuya cubierta se resuelve mediante una bóveda de cañón rebajada compartimentada en cinco tramos por medio de arcos fajones, presentando al exterior una cubierta a dos aguas de tejas árabes. En su interior, dicha bóveda presenta una decoración bastante sobria, con yeserías del s. XIX, así como tres orlas que representan motivos franciscanos –la Cruz de Jerusalén, el Escudo o Símbolo Franciscano de la Cruz y la mano con el estigma y la sangre y finalmente, las cinco Llagas de Cristo—y que se sitúa, en el arco triunfal que da acceso al presbiterio. Luego, a los píes de la iglesia, encontramos el coro alto, sobre una doble arquería de columnas toscanas de mármol sobre pedestal que soportan arcos peraltados. Por otro lado, la cabecera o presbiterio, será el lugar donde está comprendida la Capilla Mayor, de planta cuadrada y su cubierta se resuelve mediante una bóveda semiesférica sobre pechinas, presentando al exterior una cubierta de tejas a cuatro aguas.
Capilla de San Antonio
A lo largo del s. XVII, se llevan a cabo importantes intervenciones en la Iglesia. Por un lado, entre finales del XVI y principios del XVII se lleva a cabo en el muro de la epístola o izquierdo la construcción de la Capilla de San Antonio, que por sus características arquitectónicas se relaciona con la escuela de Hernán Ruiz II; es una capilla de planta rectangular, cubierta por una bóveda de medio cañón decorada con casetones y círculos labrados en piedra dentro de los cuales se representan relieves de santos y cartelas con motivos diversos, entre los que llama la atención la representación del escudo de Portugal –que se ha interpretado con la intervención de canteros o albañiles procedentes de dicho reino en la construcción de la capilla-. La portada de la capilla, está realizada en piedra, como la bóveda, se compone de un arco escarzano, decorado con escudos en los laterales relativos a la orden y una ménsula en la clave. Sobre el arco se dispone un entablamento con ondas serlianas, sobre el que se sitúa un frontón de triple curva, en cuyo tímpano figura una ornamentación heráldica. El frontón, aparece rematado por una cruz en el centro y dos pirámides sobre esferas a los extremos.
Capilla de Jesús Nazareno
A lo largo del XVII, aunque ya a finales, tiene lugar también, la construcción de la Capilla de Jesús Nazareno en el muro derecho de la Iglesia o del evangelio, que hoy se nos presenta compartimentada en dos tramos; uno, de planta cuadrada, cubierta por una bóveda semiesférica sobre pechinas, bajo la que se sitúa el retablo de Ntro. Padre Jesús Nazareno, que vino a sustituir uno anterior ya muy deteriorado; dicho retablo está dedicado totalmente a la Pasión de Cristo, como aluden todos los motivos ornamentales que en él se representan, sobresaliendo de manera singular la imagen de Jesús Nazareno, expuesta mediante un magnifico manifestador, que vertebra todo el conjunto representado en dicho retablo. El otro tramo existente en la capilla, ya de época más tardía, se compone de planta rectangular cubierto con falsa bóveda de cañón y falsos lunetos, que se añadió a la de Jesús Nazareno aprovechando el mal estado que presentaba la bóveda de la capilla de Jesús Nazareno y la necesidad de repararla, añadiendo un segundo cuerpo de planta rectangular, cubierto por medio de un cielo raso construido a mediados del XIX, y que desde entonces albergaría el retablo de Maria Stma de los Dolores.
La portada de la Iglesia, comunica con el atrio de esta y data de principios del s. XIX, construida en ladrillo, se compone de un vano adintelado entre columnas sobre pedestales, adosadas al muro, que a la vez, soportan un entablamento coronado por un frontón curvo roto sobre el que se eleva un monte Calvario con la cruz, hecho en ladrillo y sobre éste se dispone un azulejo con la imagen de Ntra. Sra. De los Dolores.
El Atrio, sufre importantes remodelaciones en el s. XIX, aunque actualmente podemos destacar su pavimento de pizarra y sobre todo un Via-Crucis, realizado en azulejos de Triana del XVIII y donado al convento por un grupo de devotas en 1775, como reza en la inscripción conmemorativa que acompaña este conjunto; aunque lamentablemente, faltan algunas estaciones. Finalmente, la portada que da acceso a la calle, resulta bastante simple, con una ornamentación sencilla, se compone de un vano adintelado entre pilastras que soportan un entablamento decorado por triglifos y coronado por una hornacina rematada en un frontón triangular que alberga la imagen de San Francisco.
En el interior de la Iglesia se encuentran numerosos retablos e imágenes, entre los que destaca el Retablo Mayor, donde se observa la intervención de la familia lebrijana de retablistas, imagineros y ensambladores de los Navarros, se realizó en la década de los cuarenta del s. XVIII, por Matías José Navarro y está dedicado a San Francisco; está compuesto por un banco de altar, un cuerpo principal dividido en tres calles a través de estípites, rematando dicho conjunto un segundo cuerpo o ático, que viene separado del primero por una cornisa de líneas discontinuas, que imprime movimiento y dinamismo a la obra. En dicho retablo, ocupa un lugar central el camarín o manifestador de la Inmaculada (advocación franciscana, por excelencia) con Santo Domingo y San Buenaventura a ambos lados; más arriba, en un pequeño camarín Diego de Alcalá, más aún, se representa la impresión de las llagas de San Francisco, junto a San Juan de Capistrano (a la derecha) y San Bernardino. En los extremos del este primer cuerpo de disponen los escudos heráldicos de D. Bartolomé Halcón de Cala y D. José de Villegas y Bazán, marqués de San Gil, patronos del convento y enterrados a finales del XVIII a los pies del altar Mayor (ambos benefactores de dicho convento, proporcionaron importantes donaciones, sin las cuales no hubiese sido posible, emprender las importantes obras que se realizan en la época, y los franciscanos en agradecimiento, o ellos mismos se encargaron de perpetuar su memoria, disponiendo sus escudos heráldicos en los extremos del altar mayor). El ático, muestra una gran cruz central y acaba rematando tanto dicho ático, como todo el conjunto la paloma blanca, que representa al Espíritu Santo.
Además del retablo mayor y a ambos lados de éste, se encuentra dentro del mismo presbiterio, el altar dedicado a San Francisco de Asís en el muro de la Epístola o izquierdo y otro dedicado a Santa Clara en el muro del Evangelio o derecho. En este muro, el del Evangelio, se encuentra la Capilla de Los Dolores, a la que se accede por medio de dos arcos de medio punto enormes, abiertos en el muro y entre ambos arcos, en la nave principal se encuentra un altar dedicado al Cristo de las Ánimas (que tras el deterioro que presentaba a mediados del s. XX, se sustituyó por la imagen actual). Más adelante, ya hacia los pies de la Iglesia se encuentran dos hornacinas donde están expuestas Santa Rita y Santa Clara. La capilla que hoy generalmente, conocemos por la de Maria Stma de los Dolores, está formada como vimos por la de Ntro. Padre Jesús Nazareno, a la que se añadió el tramo rectangular que conforma la capilla de Maria Stma de los Dolores. En la de nuestro Padre, se encuentra el magnífico retablo que alberga la imagen de Jesús Nazareno, titular de la Hermandad, realizado a finales del XVII, es uno de los mejores ejemplos del retablo barroco en nuestra ciudad y cuya temática es puramente la Pasión de Cristo, con numerosos atributos que constantemente aluden a ella; junto a este retablo, y a cada uno de sus lados, se encuentran la imagen de Santa Mujer Verónica y la talla de Simón de Cirene; también, podemos apreciar la imagen de San Juan Evangelista, situada algo más atrás, bajando los escalones que salvan el desnivel existente entre el altar de Jesús Nazareno y el resto de la nave que forman la Capilla. Contigua a la Capilla de Jesús Nazareno se encuentra la de Maria Stma de los Dolores, que preside un retablo del s. XIX en estilo neogótico. En dicha capilla también destaca un cuadro de la Virgen de la Antigua, fechado en 1602 por A. Vázquez, inspirado en el existente en la catedral de Sevilla, y en otro tiempo alcanzó una gran devoción en la ciudad.
Por otro lado, volviendo a la nave principal de la iglesia de San Francisco, encontramos en el muro izquierdo o de la Epístola, la Capilla de San Antonio de Padua, que además de sus destacadas características arquitectónicas y ornamentales, contiene dos bellos retablos; el principal está dedicado al titular de dicha capilla, San Antonio de Padua que además contiene las imágenes de San Francisco de Asís y Santo Domingo, y arriba San Miguel; el otro altar está dedicado a San Judas Tadeo. Por último, entre esta capilla y la puerta que comunica con el claustro del convento, se encuentra un altarcito o retablo, dedicado a la Virgen del Carmen y ya junto a los pies y bajo el coro un cuadro enorme de San Cristóbal, algo muy común en las iglesias lebrijanas.